Comunidades y administradores relatan los sinsabores de la persecución a las entidades para cobrar y el placer de las victorias judiciales
Eduardo L. confiesa lo ingenuo que fue hace dos años cuando casi se alegró de que un banco embargase un piso de la finca donde reside, en Sants (Barcelona). No es que le tenga ninguna simpatía a la banca, pero para una comunidad pequeña había sido duro adelantar las cuotas ordinarias y las derramas de un vecino que había dejado de pagar durante la crisis, pese a que compartía -o subalquilaba- la vivienda. «Se debían más de 5.000 euros y pensamos que por fin podríamos recuperarlos y devolver su parte a cada vecino; en la escalera hay gente muy mayor y las obras de la azotea habían supuesto un gran esfuerzo para muchos», cuenta. Cuál sería su estupor al descubrir que la entidad bancaria optaba por seguir engordando la deuda, haciendo caso omiso de sus requerimientos, hasta que la justicia les dio la razón. «La impotencia era todavía mayor, por saber que se trataba de un banco con beneficios que no mostraba el mínimo respeto por las comunidades donde iba acumulando propiedades embargadas«, se lamenta. Una historia similar a la que relatan en una administración de fincas del Eixample izquierdo, también en Barcelona, donde no quieren ser identificados ni detallar direcciones concretas con esta losa, porque en varios casos han sido ocupadas y en otros se expondrían a serlo. «La morosidad en las comunidades es un tema complicadísimo, una carrera de fondo para cobrar cuando se trata de una deuda acumulada», explica un responsable, que aconseja denunciarlo lo antes posible. La solidaridad vecinal, agrega, puede aflorar cuando se trata de «una familia que se queda sin recursos», pero si detrás del impago «hay un banco poderoso eso cabrea muchísimo a los vecinos».
Desgaste moral
Sobre todo porque, en algunos de esos casos, los residentes han tenido que vérselas con intentos de ocupación y estar en alerta para evitar un allanamiento conflictivo. Como ocurrió en la finca del Raval cuya tremenda historia recogió este diario en febrero, donde durante tiempo la entidad financiera -titular de tres pisos- no pagó ni un euro de comunidad, aunque finalmente sí lo hizo, relatan. En la administración de Valentí Cura, especializado en la zona barcelonesa de El Coll y Vallcarca, libran varias batallas, en especial con un banco en concreto. «Se sufre porque además de no pagar descuidan el inmueble», señala. El experto explica un caso reciente en Vallcarca donde la entidad no solo dejó de abonar los gastos habituales a la pequeña comunidad integrada por siete vecinos, sino que no asumió su parte correspondiente en unas obras importantes. «La finca se hundía», enfatiza, y los demás vecinos tuvieron que afrontarlo. Por fortuna, hace poco han celebrado la sentencia que condena al banco a ponerse al corriente de los 12.000 euros adeudados y a pagar las costas del proceso. «Ni siquiera acudieron al juicio», agrega Cura. Los vecinos podrán cobrar su parte del montante, pero dejan atrás mucho estrés e impotencia acumulados. Esta administración acumula varios casos de 3.000 a 4.000 euros en un barrio bastante castigado por los desahucios bancarios, lo que se ha saldado con muchos pisos temporalmente vacíos. Normalmente, no inician la demanda civil hasta que se acumula una deuda de al menos 700 euros para que merezca la pena. Lo surrealista es que puede darse el caso de que tras ganar una comunidad un juicio, el banco pague -siempre lo hace- pero inmediatamente después vuelva a iniciar otro periodo de impago. En fincas Bou nunca han llegado a juicio, porque el banco ha logrado in extremis vender la propiedad justo antes y han cobrado en ese momento, relatan. Han tenido que abordar no pocos casos que han perjudicado a vecindarios de distintas, con sumas adeudadas importantes. Un afectado en una finca de Navas cuenta que su pesadilla acabó con la venta del piso embargado, que en ese caso era de unos 2.400 euros. Pero el desenlace feliz se hizo esperar porque en el proceso de venta el inmueble fue ocupado por un grupo y se tuvo que abrir otro flanco judicial. Fuente: elperiodico.com Autor: Patricia Castán Imagen: elperiodico.com
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