La legislación facilita la reforma de aparcamientos para el vehículo eléctrico, pero el desconocimiento es una barrera
A pesar de que siguen siendo más caros que los de motor térmico, el 43% de los españoles compraría un coche eléctrico, una cifra que llega al 95% en Madrid, según un reciente estudio patrocinado por la aseguradora Direct Seguros. Pero a muchos potenciales compradores, además del precio, les echa para atrás un factor: la falta de sitios donde enchufarlos, y, sobre todo, enchufarlos toda la noche. «La principal fuente de energía es la llamada recarga vinculada, es decir, la que se hace en el hogar», explica Arturo Pérez de Lucía, de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (AEDIVE). «Es cuando el vehículo permanece más tiempo parado, y además puede aprovechar las señales de precio nocturno del sistema eléctrico».
La primera pregunta que se hace el que tiene la suerte de tener plaza es: ¿qué enchufe instalar? Hay distintas opciones de conector, dependiendo de si el coche es eléctrico puro o híbrido enchufable. «Por un lado, están los enchufes monofásicos, los que se pueden usar para la nevera o el microondas», explica Luis Cejalbo, de la valenciana Lugenergy, una de las compañías que empiezan a surgir para abastecer el mercado de conexiones eléctricas en garajes. «Esos son suficientes para los vehículos híbridos. Pero para los puramente eléctricos hace falta utilizar conectores especiales trifásicos que permiten una carga más rápida». A la hora de diseñar una instalación hay que recordar que no existe un único estándar para los enchufes: en España se pueden encontrar tanto el europeo, el llamado tipo 2 o Mennekes —por el nombre de su primer fabricante—, como el americano, el llamado tipo 1. Según Pérez de Lucía, en la mayoría de los casos comprar un vehículo eléctrico no implica tener que cambiar la potencia de electricidad contratada. «Casi todos los puntos son de intensidad variable: están diseñados para funcionar por la noche, cuando la mayor parte de los electrodomésticos están apagados», señala. «Si uno quiere enchufar por el día, lo ajusta desde el móvil». Las cosas se complican cuando el garaje es compartido. En 2013, dentro de una batería de medidas para fomentar la rehabilitación de las viviendas, se modificó la Ley de Propiedad Horizontal para permitir a los propietarios de plazas de garaje instalar un punto de carga simplemente avisando con antelación a la comunidad de propietarios. «La normativa de construcción te da varias posibilidades de instalación», explica Cejalbo. «El más utilizado permite derivar hasta el enchufe desde las bornas del propio contador». Eso sí, el que decida instalarse un enchufe en el garaje ha de hacerse cargo de todos los gastos. «El problema es que esto es muy nuevo y tanto el presidente como el administrador de la comunidad de propietarios no lo suelen saber», explica Cejalbo. «Hay gente que tiene una plaza de garaje en propiedad en un edificio pero que no vive en él; cuando pide un nuevo contador para su plaza hay comunidades que se han negado».
Un plan para todos
«Una vez el propietario ha comunicado su intención, tiene el derecho de hacerlo a su costa y cargo», confirman del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid. «Nosotros aconsejamos que la comunidad de propietarios encargue un proyecto describiendo todos los aspectos que afecten al elemento comunitario: dónde van a instalarse los contadores, cómo se va a tender el cableado hasta el punto de recarga, dónde se van a instalar los enchufes, etcétera. Este proyecto luego se somete a junta general, y, como tiene consideración de instalación necesaria, puede aprobarse por mayoría simple y vincula a todos los propietarios al pago. Incluidos los disidentes». Para Cejalbo, el desconocimiento de la tecnología sigue siendo un problema. «Nos llegó un caso de una persona que quería instalarse un enchufe en la plaza y un vecino que no quería porque decía que era peligroso, que había filtraciones de agua», recuerda. «Iba por las mañanas y se encontraba un charco en su plaza —solo en su plaza— y las paredes secas. Más tarde se enteraría que era el vecino, que tiraba cubos de agua».
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