Nuestras obligaciones como ciudadanos son esenciales para facilitar la convivencia entre vecinos. Es improbable que un ciudadano se sienta confortado cuando otro de sus congéneres tiene la música bastante elevada, le deja su vehículo obstaculizando en el vado que religiosamente paga o su perro deposita los excrementos en el portar y no los retira. Estos tres ejemplos, que no tendrían que ocurrir, están en todas las ciudades y barrios a la orden del día. Es más, suponiendo de que algún vecino sea tan despistado y no se haya dado cuenta, debería bastar con un toque de atención para resolverlo con unas disculpas. Sin embargo, todos los días, hay vecinos que no son capaces de llegar al entendimiento, teniendo que resolverlo a través de denuncias en los juzgados. Seamos capaces de reconocer nuestros errores, y pensemos por un momento que siempre es mejor una disculpa a tiempo que prolongar el sufrimiento de ambas partes.— José Solano. Cartagena (Murcia).
Fuente: elpais.com
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