Joaquina Santana tiene 64 años, múltiples dolencias y una minusvalía reconocida del 77 % que le obliga a desplazarse en una moto eléctrica. Sin embargo, estos últimos días ha tenido que permanecer «más de una semana encerrada en casa» por «los actos vandálicos y sabotajes» de sus «vecinos», que le «han desinflado las ruedas» del vehículo en varias ocasiones e incluso le han llegado a «echar pegamento en la cerradura» de la moto, tal como denuncia muy dolida la sexagenaria. Todo comenzó hace unas semanas, cuando Joaquina se trasladó desde Aldaia, donde residía, a Alaquàs. «Siempre he vivido en pisos altos y en la planta baja donde estaba me ahogaba „cuenta„. Además, necesitaba que la casa tuviese un cuarto de baño adaptado y, sobre todo, un precio que pudiese pagar». Con esas características sólo encontró el que hoy es su actual domicilio, un piso en el que «desde el principio» sólo ha hallado «problemas».

«El ascensor no es lo suficientemente grande para que quepa la moto eléctrica y la tengo que dejar en el portal», explica la mujer. Sin embargo, sus vecinos „cuya versión ha intentado ser recabada sin éxito por este periódico„ no quieren porque, según alegan, «si se queda ese vehículo, cualquiera podría dejar la bicicleta u otras cosas en las zonas comunes», aclara una amiga de Joaquina que es quien acude a las reuniones de la comunidad de propietarios. «La única solución que me dan „explica la sexagenaria„ es que deje la moto en la calle y le eche un toldo por encima», algo a lo que se niega porque teme que se la roben, «la destrocen, o la lluvia la estropee» al tener un sistema eléctrico. Para intentar arreglar la situación, la agencia que le consiguió el piso ha concertado una visita con los Servicios Sociales de Alaquàs. La intención de la agente que atiende a Joaquina es intentar que, «por su minusvalía, el ayuntamiento le facilite una plaza de garaje cercana y gratuita donde poder dejar la moto». En caso de no conseguirlo, «habrá que volver a buscarle otro piso que ella pueda pagar», anuncia. «Lo mejor „añade„ sería una planta baja, pero están muy demandadas y son más caras», así que «tal vez Joaquina no pueda afrontarlo con su presupuesto y la mudanza se tenga que retrasar unos meses».

De hecho, la sexagenaria aún no sabe ni siquiera si podrá permanecer en su nuevo piso, una vivienda que le gusta «mucho porque tiene mucha luz y mucha vida, además de estar cerca de la farmacia y el supermercado».

 

FUENTE: LEVANTE EMV

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