La presidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid pide que se abra un debate ante la muerte en soledad de las personas mayores

Siempre se tuvo a la soledad como un fenómeno humano de complejas y variadas raíces. Aparece ligada al sentimiento de pérdida, y también al abandono social y el asilamiento emocional. Pero no todos la entendieron como «ese mal que ablanda y pudre», en palabras de Nietzsche, sino como compañera necesaria de la expresión religiosa más genuina (eremitas o anacoretas) o la ansiosa búsqueda de creadores y artistas.

En los últimos tiempos, sin embargo, cuando la mayoría de los hombres en Occidente son urbanos y la interconexión tecnológica entre ellos roza a ser global, nos encontramos casi por sorpresa que la soledad -con la corrosión que comporta- crece en España en unas cifras alarmantes.

La última encuesta de población activa publicada por el INE, muestra que en nuestro país había cerca de 4.700.00 personas viviendo solas en 2017, de los cuales prácticamente dos millones tenían 65 años o más. La soledad, que atrapa a la mayoría de los que viven solos, pues, también es un asunto de los españoles; también de esta «lacra» no puede evadirse España y menos aún mirar para otro lado, o hacer oídos sordos, como hasta ahora se viene realizando de manera clamorosa.
Porque cuando países como el Reino Unido se plantean la creación de un Ministerio de la Soledad a fin de dar respuesta política e institucional a un problema creciente, en nuestro país es solo preocupación de sociólogos y filósofos extravagantes, y motivo de algunos sueltos informativos de sucesos que dan cuenta de hallazgos de cadáveres de ancianos (o no) días o meses después de su fallecimiento.

La amarga realidad de este problema social creciente es ya moneda corriente en las de comunidades de propietarios. Los abuelos solos, con su carga de angustia y miedo, son una constante preocupación y objeto de debate en las reuniones de las comunidades de vecinos. Pero no solo eso, casa día son más frecuentes las llamadas de personas en soledad al administrador de fincas con banales excusas, pues solo buscan sentirse escuchados o sencillamente hablar. En un mundo a la carrera e individualista en el que cada cual va a lo suyo, ¿cómo es posible retornar al tiempo en el que el vecino de puerta con puerta acudía a auxiliar en caso de necesidad, ayudaba a subir la bolsa de la compra o simplemente hacia compañía durante un rato?

Sirva esta breve nota de humilde llamada de los Administradores de Fincas de Madrid para que abramos un debate sobre este problema en alza en nuestras sociedades postcrisis y tecnológicas. Porque, tal y como comienzan a advertirse en países nórdicos, como Dinamarca, o el citado Reino Unido, la soledad que nosotros observamos ahora solo en personas mayores o atribuladas, se extiende con rapidez a los jóvenes de entre 16 y 24 años que están sin trabajo y se sienten pesimistas sobre su capacidad para poder salir a flote en esta vida.

Fuente: elpais.com
Autor: MANUELA MARTÍNEZ

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