La Trump Village de Coney Island fue una de las primeras operaciones inmobiliarias de éxito de la familia Trump y de las pocas que no tiene que ver con el lujo y las propiedades exclusivas. El complejo de apartamentos, construido en 1964 por Fred, el padre de Donald Trump, fue uno de los grandes exponentes de un programa de vivienda asequible en Nueva York que poco a poco se ha ido extinguiendo.
Varias décadas después, tras la venta del edificio por los Trump en 2003 por 600 millones de dólares (502 millones de euros), los vecinos han decidido abandonar los controles establecidos en el programa y dejar que el mercado libre lleve a que el precio de los pisos se multiplique por diez.
La Trump Village de Coney Island (Nueva York) es un edificio de apartamento de ladrillo rojo que poco tiene que ver con los hoteles de acero y cristal o las mansiones señoriales de la Trump Organization, la empresa que tomó de las manos de su padre el presidente estadounidense, Donald Trump.
Construida por el padre de Trump, Fred, en 1964, fue el primer edificio que puso el apellido de la familia en el nombre de la propiedad de lo que se convertiría con los años en un gran conglomerado inmobiliario centrado en los hoteles, los resorts y los campos de golf.
El Trump Village de Coney Island es también la compleja historia de la vivienda protegida y el control de precios para mantener una oferta de vivienda asequible en una ciudad con una presión demográfica incesante.
El proyecto, que nació valorado en 70 millones de dólares con 3.700 apartamentos, ahora tendría un valor de más de 564 millones y los vecinos han decidido que es hora de que se acabe el control de precios para vender a precios de mercado.
Fred Trump construyó el edificio aprovechando la ley Mitchell-Lama, un programa que ofrecía incentivos a constructores a cambio de que los propietarios se comprometieran a precios de renta controlados durante, generalmente, 20 años.
Los residentes más mayores recuerdan la llegada de esta primera torre Trump a Coney Island, barrio de Brooklyn frente al mar, como un punto de inflexión que elevó la oferta de vivienda de calidad y revitalizó una zona hoy próspera y con una comunidad consolidada.
Aún así, la comunidad de propietarios de la Trump Village decidió en 2007 en votación abandonar el programa de renta controlada, convirtiéndose en una de las primeras asociaciones de vecinos que decidió, tras el cumplimiento de los plazos del programa, abandonarlo.
Alrededor de un tercio de los 38.0000 edificios de apartamentos de vivienda protegida del programa Mitchell-Lama, creado en 1959, lo han abandonado tras acuerdos en las asociaciones de vecinos.
Muchos propietarios, al hacerse mayores, decidieron que era mejor vender a precios actuales y mudarse fuera de la vorágine de Nueva York con las plusvalías por la venta.
Aquellos que compraron los pisos en 1993 por 30.000 dólares ahora lo han podido vender por más de 400.000 dólares.
La rentabilidad de la venta de pisos vacantes en el mercado inmobiliario al alza de Nueva York, ha llevado a algunos residentes de la Trump Village a denunciar intentos por parte de la gerencia de expulsar a inquilinos con tácticas que rozan el acoso.
Al haberse salido del programa de vivienda protegida, ahora no cuentan con el apoyo de la autoridades para dirimir disputas poniendo como prioridad el beneficio del inquilino.
Fuente: www.idealista.com
Imagen: www.idealista.com
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